Cuando decides preparar comida frita hay muchas cosas que pueden no salir como esperabas. La fritura es una de las técnicas culinarias que más miedo infunde en el corazón de los cocineros caseros. Una de las razones es la preocupación de que la comida frita sea grasosa. Y puede ser así solo si se cocinó incorrectamente, es decir, a una temperatura demasiado baja.
El miedo a quemarse es otra preocupación, lo cual es bastante razonable. Por otro lado, los alimentos fritos son crujientes, deliciosos. Así que aquí hay algunos consejos para preparar comida frita.
Ten precaución
Cuando se trata de freír, la seguridad es primordial. Ya sea que use una freidora, un recipiente grande de aceite hirviendo puede ser algo peligroso. Mantén a los niños fuera de la cocina y no deje el aceite caliente desatendido.
Además, asegúrate de que los alimentos estén secos antes de agregarlos al aceite, ya que el agua puede hacer que el aceite caliente salpique. Y quédate con ollas de hierro fundido con una base ancha. Mantén la tapa cerca también. Finalmente, llena tu olla solo dos tercios con aceite, para que no se desborde cuando agregues la comida.
Usa el equipo adecuado
Hablamos de las ollas de hierro fundido, que son buenos para freír porque son pesadas y resistentes. También retienen bien el calor, lo cual es importante cuando se fríen porque dejar que la temperatura del aceite baje demasiado producirá resultados insatisfactorios.
Una cuchara ranurada es muy útil para sacar los alimentos cocidos del aceite. Y lo más importante de todo es un termómetro para freír con un rango que va hasta 204C° para que puedas realizar un seguimiento de la temperatura de tu aceite. Consigue uno con un clip para que puedas sujetarlo al borde de la olla.
Elije el aceite adecuado
Lo que constituye el aceite “correcto” tiene que ver principalmente con su punto de humo. Esto se refiere a la temperatura a la que un aceite comenzará a humear. Los aceites refinados como el aceite de maní, canola y cártamo son buenas opciones con puntos de humo muy por encima incluso de la temperatura más alta que usaría para freír.
El aceite de oliva, por otro lado, tiene un punto de humo relativamente bajo, por lo que es mejor reservarlo para aplicaciones de temperatura baja o nula, como salsas y aderezos para ensaladas.